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Zidane y la duda

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zidane 1La realidad no admite versiones ni matices. Las cosas son como son. Es feo desmantelar un proyecto a mitad de temporada pero, a veces, la quietud puede ser más demoledora que un movimiento arriesgado. Florentino apostó por no seguir el dictado de los jugadores y cambió el banquillo. Pasó, de la comentada cordialidad italiana, al pulso recto de un reputado entrenador español. Aquel cambio, se ha visto ahora, ya era un riesgo y, así lo vieron algunos en el vestuario, también un pulso. Sin embargo, si echamos la vista atrás, se confirma que “lo que puede el cariño, no lo consigue la fuerza”. La mayoría de los éxitos del Real Madrid en los últimos veinte años se han logrado con “madres” en el banquillo. Ahora llega Zidane y con él la duda. ¿Será un técnico que habla y sabe ponerse en la mente del jugador, evitando tensiones, o tratará de marcar, claramente, la línea que separa una cosa de la otra?

El afecto, a Zidane, no se lo va a regatear nadie, pero el fútbol es un estómago insaciable que pasa de la calma a la voracidad en menos de lo que dura un partido, un mal partido. Decir no al Real Madrid no se le ocurre a nadie y Zidane se abraza al cargo echando por delante el corazón. Cuando se es entrenador, lo del corazón, no es una forma de hablar. Ojalá que el francés supla su parquedad verbal por explicaciones eficaces en el campo. Lo necesita él, lo exige el Bernabéu y es fundamental para Florentino. A estas alturas ya se trabaja sin red.