Los únicos que salvan a día de hoy a Bartomeu en el cargo son los jugadores del FC Barcelona. El presidente se irá con las elecciones. Pero lo hará dejando uno de los mandatos más desoladores que se recuerdan en Barcelona, y que solo ha sido enmascarado por el gran momento deportivo que atraviesa el equipo.
Hoy, nuevo episodio del caso Neymar. Este último lamentable, triste e innecesario, por mucho que Bartomeu niegue lo innegable. Y es que el actual presidente no tuvo mejor ocurrencia que achacar a Tito Vilanova el fichaje y el consiguiente coste del brasileño, en una declaración recogida por la Cadena Ser. “Tito nos pidió si podíamos adelantar el fichaje de Neymar un año”. Un hecho que, según Bartomeu, fue el motivo del sobrecoste de la operación, cifrada ya en más de 160 millones de euros. Horas más tarde salió al quite el presidente, y acusó a los medios de comunicación de malinterpretar sus palabras. “No me gusta que se juegue con el nombre de Tito Vilanova. Estamos en contra de quien quiera manchar su figura”.
Bartomeu se está metiendo en un pozo cuyo fondo se encuentra al final de esta temporada, cuando los socios lo apeen del palco de Camp Nou. Los culés ni sienten ni padecen, o no quieren hacerlo. El equipo se encuentra en lo más alto de la tabla, que es a fin de cuentas lo que más importa al aficionado. El actual presidente encuentra ahí el colchón necesario para seguir engañando a los socios, con un fichaje que comenzó con los 57 millones de euros y que entre dimes y diretes alcanzó las tres cifras holgadamente. Bartomeu debería pensar que él es el único que está jugando con el FC Barcelona y asumir que su hora llegó cuando fue imputado el pasado 3 de febrero. Mientras tanto seguirá viviendo de las rentas que le da los goles de Messi, Neymar y Suárez y dejando que el mandato le consuma.
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