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Sospechosos habituales

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Barcelona's Brazilian defender Daniel AlDifícil de explicar desde estas líneas la alarmante disfunción que el Barcelona lleva evidenciando desde el Bernabéu. Incluso antes. Podría argumentarse a partir del menguante rendimiento deportivo de varios de sus futbolistas, donde habría que debatir si es una fase o un declive. Diseccionar su estado, anímico y físico, se antoja esencial para enderezar el rumbo de un equipo que no hace mucho permitía brotar la esperanza en el anhelo de sus aficionados, y ahora, sólo desprende inseguridad y duda.

Desde esta tribuna ensalcé la contratación y el rendimiento inicial del nuevo 4 azulgrana, Ivan Rakitic. Hoy, el croata parece cohibido. Lento e impreciso, no otorga la estabilidad de antaño. Tampoco finaliza, coartado en la asociación con los delanteros de postín que le rodean. Ser fiel a sí mismo es lo que él y sus compañeros necesitan.

Entorno a Busquets, el misterio se acrecienta. No es Busquets. La sensación general es que ha perdido más balones esta temporada que en las tres anteriores. Su estilo pulcro y sencillo se torna cada vez más a menudo en enrevesado y torpe. El termómetro del mejor Barça está febril. No hay peor síntoma para el devenir presente y futuro del Barcelona de Luis Enrique. Él dice sentirse bien. Su fútbol le deja en entredicho.

Los laterales titulares, Daniel Alves y Jordi Alba, son versiones beta de sus figuras. En su labor defensiva han abierto el debate de su fiabilidad. En el caso del brasileño, extraordinariamente técnico y profesional comprometido, sus imprecisiones causan estragos. Y puntos. No hay recambio de garantías. A ojos del soci, Martín Montoya lo es, pero ningún entrenador parece confiar en él. Lucho, el que menos. Algo pasa ahí. El brasileño Douglas no merece ni mención. Suceso kafkiano. Agujero negro sin solución aparente. En lo ofensivo, han dejado de ser funcionales. Sus centros sólo provocan desesperación.

El estado y nivel de Gerard Piqué le sitúan a años luz de los 10 mejores centrales actuales. Su cabeza no parece acompañarle. Cuanto más maduro en edad, menos rendimiento. Su resurrección se dibuja difusa. Otros jugadores como Rafinha, participan anónimos en el desarrollo del plantel. Se esperaba que el hermano de Thiago mostrase personalidad y ejerciese de ese completo mediocampista encumbrado como jugador revelación el curso pasado. No ha dado, a día de hoy, ese paso al frente. Flirtea seriamente en convertirse en otro Sergi Roberto.

Luis Suárez no podrá quejarse. Su entrenador le ha galardonado con una confianza ciega al alcance de muy pocos. Ya la querrían otros en el vestuario. Tiempo se le va a dar, porque su actitud es irreprochable. Pero sus goles marcarán el juicio final. Como a todo delantero con su talento. Su compenetración con Messi y Neymar dictará su éxito o fracaso. Jugados los primeros envites juntos, no hay rastro de ella.

Muchos interrogantes alrededor de varios de los futbolistas clave de Luis Enrique. El objetivo es la familiarización, el entendimiento. También la regularidad, huir de los altibajos constantes. El objetivo es ser como Mascherano. Siempre notable, estable. Lo que no es el actual Barcelona. Y para más inri, el Real Madrid está de sobresaliente. Demasiada pendiente para una plantilla de fé cuestionable.