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Osasuna 3-2 Betis: El balón parado atemoriza al Betis

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El Real Betis Balompié ha caído (3-2) en El Sadar ante CA Osasuna tras desaprovechar una ventaja de dos goles llegado el descanso. A una primera parte fabulosa de los de Julio Velázquez siguió el esperpento verdiblanco de cada jornada, momento que aprovecharon los locales para remontar gracias a tres jugadas iniciadas mediante el balón parado.

OsasunaA media mañana en Pamplona por momentos lució el sol. En un escenario inhóspito y siempre incómodo, los once jugadores de camiseta verdiblanca que salieron a jugar sobre el césped parecieron tocados por la gracia ancestral del sur. Movían el balón con rapidez, atacaban los espacios libres con agilidad y combinaban con soltura en lo que pareció una exhibición benéfica. Además, cantaron gol en dos ocasiones y estuvieron a punto en otras tantas. Todo era luz ante un rival paralizado.

Los visitantes incidieron primero por el costado izquierdo aprovechando las cabalgadas de Álex Martínez. En una de las primeras el lateral envió un centró medido al segundo palo, allí donde Rubén Castro se abría camino. El canario cabeceó cruzando el cuero haciendo fácil lo difícil. Envalentonado y con un punto de incredulidad, el Betis mantuvo la dinámica y firmó los mejores 45 minutos de la temporada.

EFE Rubén Castro Betis decepciónLo confirmó Vincenzo Rennella a la media hora de juego. Matilla se asomó al balcón del área, filtró el balón a Castro y éste gambeteó y reviró hasta dejar en el suelo al guardameta Santamaría. Milisegundos después levantó la cabeza para asestar el golpe fatal a Osasuna. Centró raso y con veneno al corazón del área, allí donde acudió raudo Rennella para rematar de espuela en gesto magnífico.

Había escalado el Betis a una nube tan alta que, tras el descanso y vista la primera mitad completada, el vértigo se apoderó de los andaluces y la caída libre fue dantesca. Llegaron las nubes, se cerró el cielo y lo que antes era luz ya siempre fue tinieblas. Los sevillanos, minutos antes confiados, temblaron y huyeron despavoridos. La desbandada fue absoluta.

Si la bandera verdiblanca de conquista había dominado no sólo el centro del campo sino también la cordillera defensiva rojilla, ahora únicamente resistía cerca de Adán. Los jugadores de Osasuna, que hasta ese momento habían aguantado con estoicismo, lanzaron su contraofensiva por el sendero infalible dibujado en El Sadar.

Balón parado, lanzas en ristre y embestida certera. En tres ocasiones calcadas repitieron los locales jugada y por tres veces la defensa bética quedó disuelta como una muralla de arena. Osasuna para entonces y a ojos sureños era ya Ser Gregor Clegane, «la Montaña que Cabalga«. Un monstruo ante el que desertar.

Y bien que lo hicieron los de Julio Velázquez. Los bailes se convirtieron en carreras, los choques siempre quedaron del lado rojillo y los balones nunca más sintieron atracción por el verde y blanco de las camisetas del Betis. Nekounam primero, Miguel Flaño después y Manu Onwu en última instancia saquearon a la defensa visitante en tiempo récord y con táctica estudiada. Nadie del lado bético supo qué hacer. Sin tan siquiera recoger el campamento abandonaron Pamplona con una nueva derrotada a sus espaldas, desmoralizados y golpeados.

* Imagen: lfp.es