Inicio Opinión Francisco J. López Mourinho, heredero del fútbol del siglo XIX de Sam Allardyce

Mourinho, heredero del fútbol del siglo XIX de Sam Allardyce

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MourinhoFrancisco Javier López Frías

Doctorando en filosofía moral en la Universidad de Valencia

Especialista en ética y filosofía del deporte

Esto no es Premier League. Esta no es la mejor liga del mundo. Esto es fútbol del siglo XIX. Estuvieron fingiendo lesiones, ¿estaban haciendo trampas? El portero no perdía tiempo a partir del minuto 70, sino desde el primer minuto. 10 defensas en el área, algunos de ellos sin pisar fuera de ella.

Con estas palabras se refería Mourinho a la táctica empleada por el técnico del West Ham United Sam Allardyce el pasado 29 de enero, quien arrancó un 0-0 al Chelsea planteando un partido defensivo, centrado en no dejar jugar al rival. No obstante, al concluir estas declaraciones, Mourinho declaró que no criticaba el juego del West Ham. Él sabe que es el menos indicado para hacer esto, pues acabó poniendo al delantero camerunés Samuel Eto´o de lateral en aquella fatídica eliminatoria de semifinales de Copa de Europa entre el F.C. Barcelona y el Inter de Milán. Igualmente, como entrenador del Real Madrid recolocó a Pepe de mediocentro para anular el juego del Barcelona de Guardiola a través de la intensidad y agresividad defensivas.

Por estas acciones, Mourinho se ha ganado el honor de ser el entrenador anti-fútbol así como la crítica de muchos compañeros de profesión que le culpan de ir contra el fútbol y dañar su imagen. Estos críticos han resurgido de nuevo, y con más fuerza si cabe, tras el planteamiento del entrenador luso en la ida de las semifinales de Copa de Europa contra el Atlético de Madrid. Sabedor de que sus equipos pueden ganar a cualquiera jugando a único partido, Mourinho se plantó en el Calderón buscando el 0-0 con Torres y William como únicos jugadores de ataque y el resto jugadores claramente defensivos. Por no mencionar que el propio William ejercía de lateral izquierdo cuando su equipo se situaba en formación defensiva para que Ashley Cole, el “verdadero” lateral, pudiera incrustarse como un tercer, cuarto, e incluso quinto central. A lo cual hemos de sumarle que su equipo se dedicó a perder tiempo desde el minuto uno. ¿Quién practicaba fútbol del S. xix? ¿Es esto digno de Champions League? ¿No debe Mourinho auto-criticarse?

No. Lo único que el portugués debería reprocharse a sí mismo es el haber criticado algo que, guste más o menos, es legítimo. Él mismo lo sabía, por ello concluyó su entrevista sobre el West Ham afirmando, paradójicamente, que él no estaba criticando (tiró la piedra y escondió la mano). A mi juicio, el problema dentro de este debate es que no se diferencia claramente entre aquello que es exigible y aquello que es laudable o recomendable. Nuestras acciones pueden juzgarse como buenas o malas, como correctas e incorrectas. Sin embargo, dentro de estos dos polos existen niveles. Cuando hablamos de lo bueno, suele caerse en el error de elaborar concepciones demasiado “buenistas” e ideales que tratan de convertir lo excelente en algo exigible obligatoriamente.

Por ejemplo, los puristas, que se creen con la potestad de decir qué es fútbol y qué no, identifican como forma sumamente excelente de jugar al fútbol la del juego de toque combinativo y centrado en la posesión. Sin embargo, que éste sea el más bonito y excelente no significa que sea exigible. Hay muchas formas de jugar al fútbol y todas ellas son legítimas mientras ninguna de ellas dañe la integridad física de los otros o rompa con las reglas de juego, lo cual sí pertenece al ámbito de lo obligatorio (es decir, no dañar y no romper las reglas es algo exigido a todos). El fútbol defensivo de los de Mourinho también exhibe excelencias y virtudes propias del fútbol que han de entrenarse. No es fácil jugar como lo hizo el Chelsea. Otra cosa es que no sea bonito. A su juicio de los puristas, el fútbol defensivo (el anti-fútbol) atenta contra el fútbol porque no ejemplifica su esencia. Por lo tanto, debe ser erradicado y castigado. Sin embargo, con ello caen en el error de identificar lo exigible con lo excelente.

Curiosamente, parecemos tener bastante clara esta distinción en la vida cotidiana. Si algo distingue a nuestro mundo actual ese es el pluralismo de formas de vida. Afirmamos que cada cual está legitimado a vivir del modo que desee, siempre y cuando no niegue esa posibilidad a otros, es decir, no les dañe. Claro que consideramos que el modo de vida del misionero que dedica su vida a los otros es más virtuosa que la del futbolista que se vende al mejor postor para ganar más dinero y vivir lujosamente. Sin embargo, no decimos que sea exigible que todos debamos ser misioneros, sino que defendemos la libertad que cada uno tiene para vivir la vida a su manera. ¿Por qué no hacer lo mismo con el fútbol? ¿Qué tiene de incorrecto el fútbol del S. xix? Nada, lo incorrecto es modificar nuestros principios en función de nuestros intereses y cálculos estratégicos. La integridad moral sí es exigible, Mourinho la perdió al criticar a Allardyce, pero la recuperó contra el Atlético para lograr su final contra el Atlético en Stamford Bridge. Sólo el resultado que se dé en Londres dirá si estaba en lo correcto.