Rafael Perales.- A lo largo de una temporada por mucha ilusión que se tenga y por muy claros que estén planteados los objetivos, siempre, antes o después llega un momento de debilidad, una derrota o varias, una crisis de identidad. Como condición humana es imposible mantener una línea recta de emociones, menos aún si depende de un colectivo.
En pretemporada se suele hablar del depósito a nivel físico para el resto de la temporada y sin embargo en un momento difícil parece que se agota de un partido a otro y es que en este deporte y como en cualquier relación no se vive de las rentas, por lo que a diario habrá que ir llenando ese también depósito emocional. Si al principio se habló de Ver para Creer, aunar esfuerzos en una misma dirección, ahora es momento no sólo de levantarse sino de conocerse. Momento donde los verdaderos líderes dan un paso al frente, observan las necesidades del equipo y ponen al servicio del equipo los valores necesarios.
Si un entrenador pasa por un momento de dudas, se reflejará en su relación con el vestuario, por ello se hace necesario un alto en el camino y reconducir la situación. La vuelta al “origen” y refrescar los buenos hábitos que te llevaron a velocidad de crucero, como recordar todos los puntos fuertes de aquella unión y la ilusión del inicio puede ser clave para reforzar la autoconfianza. Al igual que ser conscientes de las debilidades que ahora no nos dejan ver con claridad una realidad seguramente distinta, pero que no por ello deja de ser ilusionante.
Un reto por delante y una condición innegociable como es levantarse. Ni antes éramos tan buenos ni ahora tan malos, la realidad a enfocar y que debe mantenerse, es que estamos en un momento del camino donde al igual que el inicio queremos ser mejores y un resbalón no podrá con nosotros para seguir tras nuestra marca personal.
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