Esa es la sensación que queda en la hinchada blanca tras el partido que el Real Jaén disputó en tierras cordobesas. Empate sin goles ante el Lucena que no hace más que confirmar que los jugadores ya están pensando en la próxima campaña y que la actitud ha terminado por evaporarse, si es que la hubo en algún momento. En cuanto al partido, fue un choque de toma y daca en el que quedó a la claras quién se jugaba algo sobre el tapete. La intensidad y la garra puesta sobre el césped artificial del Ciudad de Lucena estuvo siempre en el bando local.
Quiso el Jaén la pelota y la tuvo. ¿De qué sirve esto si luego no sabes que hacer con ella? Imprecisiones en las transiciones, balonazos y una desgana en los jugadores jienenses que desesperó, y de qué manera, a Berges. Sutil la tuvo con una falta pero el cancerbero cordobés hizo una soberbia intervención disipando las dudas creadas en un conjunto más que necesitado de puntos. Por parte de los de Lucena Adri y Lomas fueron los más destacados en la faceta ofensiva. Lo intentaron con ataques directos que no consiguieron generar excesivo peligro. Las jugadas de estrategia se antojaron la única manera para desatascar el choque.
Culminó el primer acto con un arreón del Lucena que sabía de la necesidad de sumar tres puntos para no verse el año que viene en Tercera División. De la Calzada, el mejor del Jaén con diferencia en la disputa, mantuvo las tablas en el electrónico e intentó que los suyos encontrasen esa intensidad inexistente. La segunda mitad fue otra historia. Torres ya avisó nada más reanudarse el juego con un disparo que hizo temblar el travesaño de la meta blanca.
Berges no lo veía claro y sacó del terreno de juego a Sutil, con su posterior berrinche, y a Fede. Pero ni la renovación en la delantera daría resultado. Si que es cierto que la imagen ofrecida en el último tramo del encuentro fue algo más positiva que la vista en el resto de la disputa, pero sigue siendo insuficiente.
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