El Club Deportivo Leganés se ha impuesto al Real Betis Balompié en la novena jornada de la Liga Adelante gracias a un solitario gol de Velasco. Los locales, que se mostraron rocosos y sólidos durante todo el encuentro, supieron buscar las cosquillas a los verdiblancos para terminar arrebatándoles los tres puntos.
Apuntaba al término del encuentro el muy certero Edu Álvarez que este Betis se parece a la Francia que salió de la II Guerra Mundial. Un peso pesado que ya no recuerda ni por qué lo es ni en qué momento pudo empezar a dejar de serlo. El escudo importa y las trece barras siguen siendo motivo de orgullo de su afición, pero a su alrededor ya nadie le mira igual. Hasta el mapa ha cambiado.
El proceso de replanteamiento de su situación es traumático y complejo, aunque inevitable si quiere redescubrir su lugar en el fútbol español. El equipo de Julio Velázquez vino de eliminar en esfuerzo agónico al Lugo en Copa del Rey en el último suspiro y vía penaltis. Ante el Leganés en Butarque, y con el mismo once, los andaluces no demostraron en ningún en ningún momento superioridad física, técnica o táctica a su rival.
Primó la igualdad, se elaboró poco juego ofensivo digno de ser reseñado y sólo una jugada aislada definió el signo de la victoria. El Betis fue co-protagonista sin estridencias de un partido más entre dos equipos de media tabla en Segunda División. El problema para los verdiblancos es que nadie parece aceptar la nueva situación y, en consecuencia, nadie da con la habitación en la que se esconden las pócimas adecuadas para solventarla.
Mientras tanto al Betis le queda remar esperando a que Rubén Castro aviste tierra firme o confiar en los destellos fugaces de jóvenes como Dani Ceballos. Pocos mimbres para atravesar un mar siempre revuelto como el de Segunda. Por momentos los de Velázquez se sintieron cómodos con el empate a nada, pero como bien conocen en Sevilla arriesgarlo todo a la solidez defensiva del «Betis 2014» es lanzar una moneda al aire. Una moneda marcada a cruz.
Chirrió el engranaje al borde de la prolongación, cuando el cuero rodó escorado al costado derecho del área de Adán y la defensa basculó -es un decir- hacia esa zona. A espaldas de Bruno se abrió un océano inmenso, inabarcable para un equipo desorganizado, y por allí llegó un atacante adversario con el ’11’ a la espalda. Le pegó Velasco rozando la acrobacia y con contundencia, quizás envalentonado ante la placidez de su demarcación, para celebrar el gol de su vida.
Ni hubo ni tan siquiera se esperó reacción del Betis, pues un gol es demasiado para este equipo raquítico. Lo mejor para los verdiblancos será dejar de anhelar la llegada de un salvador que todo lo pueda. El Bonapartismo siempre fue uno de los peores males de la Francia moderna.
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