Hace 4 años, una oronda y simpática recepcionista de un hotel de Orlando, Florida, me reconocía que no existía ningún tipo de rivalidad entre los equipos de la NBA de Orlando y Miami, ambos del mismo estado. Allí no se concebía el concepto “derbi”. Esta mujer, eso sí, se alteraba al hablar del jugador que les privó del anillo NBA en 2009: Kobe Bryant. “Prefiero que Orlando pierda mil veces contra Miami a que Kobe gane algo”, le odio, me alegro que esté de vacaciones ahora”. Los Lakers habían fallado estrepitosamente en 2011 otra vez y su odiado Kobe estaba en modo “gone fishing”,o algo así como que “se ha ido a pescar”, frase que utilizan allí para burlarse de los jugadores que se quedan en el camino durante la temporada.
Los grandes jugadores y los grandes equipos son odiados y amados por su grandeza. Kobe es un ejemplo más de deportista de élite que ha vivido ambas caras de la moneda.Cuando te hartas de leer que todo el mundo dice que es uno de los deportistas más competitivos jamás visto, inmediatamente te acuerdas de otro, un tal Michael Jordan.
Kobe ya es leyenda por sus actuaciones, sus actitudes y sus aptitudes. Nada que reprochar. Es y será uno de los mejores baloncestistas de la historia. Que cada cual le ponga en el sitio del ranking que quiera. Él ha querido igualar al menos al que muchos consideran el más grande: 6 anillos de campeón. Ese era el objetivo. Esa era la esperanza a la que se ha aferrado estos últimos 5 años. “Tengo 5 anillos, sólo uno más y seré como él”, supongo que se diría a sí mismo cada día al levantarse.
Porque la obsesión por hacer lo mismo que Jordan, de la misma forma, con los mismos gestos, peinados, muñequeras, rodilleras, calzones… es digna de estudio. No existen muchos casos así en la historia del deporte. Kobe ha querido copiar tanto a Jordan que lo ha terminado consiguiendo y eso es precisamente lo que le ha hecho tan gran jugador. Jesé aún no lo ha logrado con Cristiano Ronaldo, para que se me entienda. No es fácil querer ser como alguien y conseguirlo, incluso no se puede con cirugías estéticas…Y aquí no hablo de nadie en concreto.
También es curioso que el jugador que más tiros ha fallado en la historia de la NBA se haya convertido por méritos propios en uno de los mejores de esa misma historia. Y lo ha logrado, entre otras cosas, no por los tiros que ha fallado, sino por los que ha encestado.
Kobe sabe que se está arrastrando físicamente. Reconocerlo le dignifica. Es orgulloso como su ídolo Jordan. Kobe ha querido apurar al máximo para llegar a 6 anillos. Se quedará en 5. No esta mal ¿no? Jordan se retiró en su momento y volvió. ¿Lo haría Kobe? Ya si le copia hasta en esto….
Follow
