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Gasol: piel de titanes

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150123045834_sp_gasol_624x351_apLas manos, seguramente, lo último que perseguían era el balón. Los hermanos Gasol hubieran dado cualquier cosa por alargar ese instante de vuelo. Flotar y no bajar era el deseo. Nada puede describir las sensaciones de seres humanos unidos por casi todo y  separados, solo, por los colores, los equipos y una bola para dos. Todo palidecía ante la consecución del sueño que ambos han tenido alguna vez. Lo de ayer fue tan grande que nos afecta a todos.

Es imposible ver la escena y no ceder a la tentación de ponerse en el lugar de los gigantes que iban a saltar. Sin embargo todo ese fogonazo de la liturgia americana del basket, no puede hacer olvidar lo largo que ha sido el camino. Hay en mi comentario más admiración por el trayecto que por la meta. Cada gesto, cada balón jugado, cada mirada que cruzaron a lo largo del partido tenía el valor de  “mira dónde estamos” pero sobre todo el de “fíjate de dónde venimos” No cabe más orgullo que lo conseguido después de una cadena sostenida de esfuerzos, de trabajos durísimos y de haber saltado todas las barreras de un baloncesto que está un paso más allá de lo humano. Es una forma de trascender que pocos deportes ofrecen. La NBA la ofrece a sus elegidos.

Los Gasol fueron a EEUU, se mezclaron con todo lo que había que mezclarse y cambiaron la piel. Solo quien logra meterse en su piel puede vencer a los titanes. Esa es su grandeza, esa y la de no olvidar ni quiénes son ni de dónde vienen. Los dos chavales que volaron para disputarse un balón histórico, cuando vuelven a casa, tienen los dos pies en el suelo y la cabeza sobre los hombros. Este es su gran triunfo. Titanes.