Qué dolor. Qué desolación. El fallecimiento de Fran Carles ha golpeado al fútbol provincial y a la familia del Linares Deportivo como una losa inexplicable. Como no se puede explicar con palabras lo que Fran Carles significaba para el aficionado azulillo. Un chaval, forjado en la cantera, por cuyas venas corría sangre azulilla, como la de su padre, otro mito del balompié linarense.
Un jugador, que siendo todavía juvenil, debutó en Segunda B y se permitió el lujo de anotar el último gol del extinto CD Linares. Pese a su potencial, se arremangó y acompañó a su Linares al Infierno de la Primera Provincial. Su crecimiento como futbolista fue paralelo al del Linares Deportivo, al que ascendió a Preferente, Primera Andaluza, Tercera y, de nuevo, a la categoría de bronce del fútbol español, ya con 26 años,como uno de los capitanes y líderes del vestuario y con la firma de un gol inolvidable al Castellón. En diciembre, en la previa del derbi ante el Real Jaén tras seis años de espera, me decía en una entrevista que había “pasado mucho tiempo, muchos partidos, muchos días y mucho sufrimiento por categorías que el Linares no se merecía”. Después de todo eso, su “su alegría era inmensa. Una recompensa muy grande”. Palabras de leyenda.
Hoy Fran Carles nos deja envuelto en la fatalidad de un accidente. El fútbol español, la provincia de Jaén y una ciudad entera lloran su muerte. Para siempre, quedará su amor por el Linares Deportivo, por sus categorías inferiores, su afición y su gente. Para siempre quedará su sencillez como persona. Para siempre, quedará su dedo señalando al cielo de Linarejos. Un cielo, el de los grandes, como reza una placa que le regalaron en Villanueva del Arzobispo en memoria de su progenitor, donde ya le espera su padre. DEP.
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