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España e Italia honraron al futbol y a Luis Aragonés

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1394060662_extras_portada_0Cuando juegan España e Italia siempre pasa algo. Nunca es un trámite. Demasiada pasión para que no deje huella. No hay amistosos, eso sería trivializar algo grande. Toda regla tiene su excepción. Esta vez fue un homenaje sentido y se puso  pasión pero se pensó, sobre todo, en el fútbol. Luis, en ninguna parte, estaba mirando y, que no jugaran, le hubiera enojado.  Esa fue la noticia. España contra Italia homenajeando a Luis y al fútbol. Sublime.

La Italia de Prandelli, como la de Del Bosque, no es una Selección es una idea. Ese es su valor de futuro. Cualquiera, después de la última final contra España, hubiera entendido que volvieran a la cueva y que jubilaran a sus dioses para buscar una salida o una excusa. La seguridad de lo conocido, de lo rentable sin riesgo. Han elegido lo dificil. Siguen ahí, fieles a la idea. Intentan, tras décadas de defensa rácana y productiva, seducir al balón. Tratar de entenderlo aunque, mientras negocian, pierdan partidos. Todavía el cuero recela de ellos. Es normal. La pelota no cree en los amores repentinos. Pienso, sin embargo, que la declaración de fútbol que, poco a poco, propone Italia es tan tímida como sincera. Eso representa ya, una amenaza para quienes pretenden ganar el mundial. En cualquier momento aparece Italia con lo que hay que tener y, además, con el balón. Mestizaje fértil, seguro. Ese puede ser un escenario posible, razonable, como la corona que ya se le otorga a la Alemania de Joachim Löw. El presente, sin embargo, es España.

Para rendir homenaje al inspirador de la magia que nos ha convertido en paradigma del toque y la efectividad, la Selección volvió a parecerse a sí misma. Fuera dudas. Hay Mundial y razones para creer. Mientras otros tienen que armarse y comprobar que el armamento les vale, España solo debe encajar piezas y elegir entre buenos y mejores.

El partido contra Italia nos deja a un Diego Costa, superado por el debut, y consciente de que jugar en este equipo lastra si no eres el doble de lo que eres. Lo normal no vale. Ya lo sabe y la próxima vez será diferente. Iniesta representa la imperturbable eficacia de un futbolista que desafía la dictadura física, con un dominio inexplicable del control y el pase. Alcántara es, exactamente, lo que parecía que era. Esa es la mejor noticia. Pedro, Silva, Ramos, Busquet y un banquillo descomunal, son razones que no necesitan más argumento. Campeones de casi todo. Eso imprime carácter. España debe hacer lo que sabe. Solo con eso, los demás sufrirán mucho. Luego el futbol, como es norma, tendrá sus debilidades y dejará soplar el viento de la suerte y la marca del arbitraje más humano. para seguir conservando su misterio, la indefinición y, siempre, la duda que lo hace mágico. Lo inevitable.

Al final del partido España ganaba con gol de Pedro. Pírlo dibujó dos pases. Silva puso luz entre la barrera italiana, Luis, con el dedo anular, empujó sus gafas contra la frente y no pudo contener una lágrima recordando el Ave María de Pietro Mascagni, que Mariola Cantarero, madridista de corazón, le dedicaba al principio del partido. Este es el fútbol que me gusta y que llevo en el corazón, para esos días en los que se juega a otra cosa a la que llaman lo mismo, pero no es.