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El dolor del casi blanco

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El Madrid-Málaga de hoy empezaba para Bale con el cachondeito. Dos minutos en el campo y casi toca el balón, pero no. Pinchazo en el gemelo y casi llega para la vuelta de la Champions ante el Atleti, pero todo indica que tampoco.

Que a Isco casi ni se le viera en la primera parte es una novedad, se conoce que por el ya histórico miedo escénico de algunos jugadores ante sus ex equipos del alma. Sin embargo, ello no fue óbice para que la luz de un irreductible James deslumbrara a todo lo demás. A Kameni casi se la cuela pegadita al palo, como también se la quería colar a Arbeloa Amrabat, que después de un amago de finta se reía y miraba al lateral como diciendo “casi picas”, a lo que Alvarito asentía con sonrisa picarona.

Cuando el comentarista anunciaba que la asistencia llegaba a casi 80.000 espectadores, era inevitable pensar que tanta gente no merecía haber pagado para ver lo que MODRICocurría en el campo, que era casi nada. Hasta entonces la mayor atracción del partido quizá fuera ver a un árbitro en primera división con casi 30 años y un capitán –el del Málaga, de 21 años- que casi podría ser nieto de Ancelotti. Suerte de Cristiano, en ocasiones oportuno para calmar –“calma, calma”- pensamientos impuros. El caño antológico que le hizo a Angeleri –que casi la huele- es para añadirlo a los recopilatorios de Youtube, que para algunos medios de comunicación son credencial no sólo necesaria, sino suficiente, para presentar al espectador los jugadores de nueva incorporación temporada tras temporada.

El Málaga usó durante el encuentro la estrategia del fuera de juego para los balones parados en contra, mediante la cual la defensa, en bloque, permanecía inmóvil mientras los atacantes blancos, con cara de circunstancias, les superaban antes de que el respectivo ejecutante tocara la pelota. En el gol de Ramos casi le sale bien al Málaga. Pero lo cierto es que el central remató a placer en una jugada cuyas dudas de legalidad son difíciles de resolver inclusive a posteriori.

El segundo tiempo comenzaba con un resucitado Isco, que con James proveía al espectador de delicias varias. Mientras el malagueño se volvía a apagar, el colombiano casi no dejaba tiempo entre genialidad y genialidad. Tanto fue así que, para excitación de un desafortunado y ansioso Ronaldo–las malas lenguas dicen que se sentía presionado por el gol de Messi esa misma tarde-, James provocaba un penalti clamoroso que el bueno de CR7 casi metía. El experimentado Kameni olía el ansia por la cual el portugués previsiblemente tiraría a su lado de seguridad. Y así fue. Pero al palo. Todo ello ocurría después de, sin duda, la acción más dolorosa del encuentro para el Real Madrid. El “casi llego para la vuelta de la Champions contra el Atleti” de la lesión de Modric provocaba la preocupación del banquillo blanco presidido por Ancelotti, que observaba con desolación el “quiero y no puedo” del croata frente al irritante dolor por no sólo perder al jugador clave del equipo, sino por perderlo ahora.

Después del mazazo por la pérdida de Luka, James se sentía comprometido con la afición. El MVP del partido se sacaba de la chistera una jugada a doble pared con Isco y Cristiano, que remataba elegante y majestuosamente con un tiro teledirigido a la escuadra izquierda de Kameni. Pero la obra de arte del colombiano no era suficiente para privar al Madrid de esa extraña costumbre sadomasoquista de acabar sufriendo, por lo que Juanmi se aventuraba a batir en solitario y de cabeza a Casillas ante la mirada apenada de éste. En el descuento Cristiano se quitaba la espinita con un gol a puerta vacía tras galopada por la banda de Chicharito; espinita que un minuto más tarde se volvía a poner, también a puerta vacía, pero esta vez fallando. Otro casi, asimilable –seguro- al “casi me da algo” de Carletto, si finalmente se entera de que Modric y alguno más pueden perderse la vuelta ante el Atleti. Mucho dolor blanco para un encuentro sobre el que seguro más de uno habrá pensado que “casi mejor no haber jugado”.