Dos mozos que cursan sus estudios en la universidad. Uno se pasa por el forro las clases diarias, y el otro no falla nunca.
El primero no muestra especial interés; no le apasiona lo que estudia. El segundo, además de estudiar con insistencia, se empapa de la materia siempre que puede; lo suyo es pura devoción.
Sin embargo, el vago es de sobresalientes, y el trabajador, de aprobados justos. El que no hace nada 
tiene la capacidad requerida para que le luzcan los resultados, y el trabajador, para su infelicidad, no. ¿De qué sirve que el devoto esté más comprometido, si el que tendrá mejor expediente y optará a mejores puestos de trabajo será el que no mostraba tanto compromiso?
En el fútbol, como en el mundo académico, también mandan los resultados. No importa si se estudia mucho o poco, si se asiste o atiende a clase, o si existe o no interés por la materia. Puede que se tengan más elementos de motivación, pero lo que acabará marcando la valía será el resultado final. ¿Saben ustedes la cantidad de jugadores trabajadores y comprometidos que se habrán quedado atrás por haber sido sobrepasados por jugadores más talentosos?
A raíz de unas declaraciones de Sergio Ramos, se ha creado en la prensa de este país un debate absurdo en torno al dudoso compromiso de algunos jugadores de la selección española, asunto sobre el que por cierto ya se escribió en palabradefutbol. En el fútbol, concretamente en la selección, no importa si se está o no comprometido, si se ama o no a España, o si hay devoción por jugar en las filas del combinado nacional. Aunque a muchos así les placería, lo que importará, una vez más, serán los resultados: lo que los jugadores hagan con sus clubs y las calificaciones que merezcan por sus actuaciones futbolísticas, independientemente de su nivel de compromiso o de lo que sientan respecto la selección.
Porque jugarán los mejores. En la selección española no jugarán los que se sientan más españoles ni los españoles más comprometidos, sino los españoles más competentes, con más aptitudes, más profesionales y mejor preparados para competir. Un día nos dieron una triste noticia sobre los Reyes Magos. Hoy les doy yo otra. Espero no desilusionarles, pero que no les engañen: el compromiso son los padres.
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