De un tiempo a esta parte, el Real Jaén viene sacando sus partidos tirando de casta y compromiso. En este tramo de la temporada, cuando solo restan siete partidos para el final de liga, el conjunto blanco está demostrando que también sabe competir cuando la situación lo requiere. Si tiene que jugar, juega y lo hace como pocos en la categoría; y si tiene que rescatar tres puntos en el barro, no duda en dejarse las piernas y el alma. La solidaridad y el esfuerzo colectivo también son valores de un equipo pensado para refinados y exquisitos paladares.
Diego Cascón es uno de los jugadores que encarnan ese amplio abanico de posibilidades. El ariete leonés se ha ganado a la afición jienense aportando todos los argumentos que un futbolista puede exponer en un terreno de juego: talento, goles y sacrificio. El máximo anotador del Real Jaén, que no atraviesa su mejor momento de cara a portería, está contrarrestando su sequía goleadora con un espectacular despliegue de coraje y calidad en cada partido.
Ayer, Cascón guió al equipo hacia un destino inevitable. En medio de un terreno impracticable, el Real Jaén sólo pudo mandar balones aéreos para dejarse caer en los brazos del leonés, que persiguió cada envío como si la vida le fuera en ello. Los ganó todos por arriba, aguantó para la llegada de sus compañeros, y cayó a las bandas para sacar petróleo de cada despeje. Con todo, le dio para inventarse un par de claras ocasiones y servir en bandeja otras tres. Sólo faltó el gol, que llegará antes o después.
Pero si no llega, habrá que reconocer a Diego Cascón su entrega y compromiso para con este equipo. Su presencia arriba y la jerarquía con la que se apodera de cada balón aéreo, está permitiendo al Real Jaén salir adelante en situaciones adversas a su estilo de juego. Además de un buen delantero y un compañero excepcional, el Real Jaén tiene en Cascón una alternativa cuando no puede desarrollar su juego habitual. Un plan B. Un faro en medio de la oscuridad.
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