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Barcelona: la gran diferencia

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Entrenamiento 3Este es un Barcelona diferente. No sólo su fútbol subraya tal sentencia. Hay otro elemento, tan vital como la propia suerte del juego en sí, que hace al conjunto de Luis Enrique distinto a sus predecesores. Y afortunado. Si este Barcelona le ha dado la vuelta a las tornas de su destino (todavía, aún con todo, en el aire) se debe, en gran medida, a su inmejorable condición física. Dicha suerte le fue esquiva en el pasado reciente. El porqué sigue siendo un misterio, personalizado en la figura de Lionel Messi el curso anterior. Hoy, el propio argentino dibuja actuaciones sublimes, motivadas por su añeja pero imparable velocidad, fuerza y precisión. Hay que atribuirle el mérito que les corresponde a las personas que lo han hecho posible.

Al técnico, Luis Enrique, por las rotaciones. En los partidos clave del año, el asturiano tiene su once tipo. Y bien que hace. Pero en el resto de compromisos, el aficionado culé puede ver en acción a cualquier miembro del plantel sin sentirse especialmente abrumado por ello. El bloque funciona, y algunos pesos pesados pueden descansar las piernas. Cuando a Lucho se le atizó por la alineación de San Sebastián, un servidor no observó pecado alguno. Aquel once debía haber vencido, garantías de sobras daban futbolistas como Iniesta, Xavi, Busquets, Mascherano, Piqué, Messi o Pedro. Pero se perdió jugando mal. Y se acusó a las rotaciones. Sin ellas, no estaría el Barcelona en la disposición en la que se encuentra a día de hoy.

Sin obviar la cuota de protagonismo que tienen en el día a día de los azulgranas tanto el segundo entrenador, Juan Carlos Unzué, como el tercero, Joan Barbará, es de justicia resaltar meritoriamente la labor llevada a cabo por el preparador físico del plantel, Rafael Pol, y la de sus ayudantes, Francesc Cos y Edu Pons. Sin el clamor de los focos, su trabajo se ve reflejado cada tres días en las intercepciones de Piqué, las recuperaciones de Rakitic, los kilómetros de Mascherano y Alba o la potencia de Neymar y Messi. Apenas sin lesiones musculares, rémora sempiterna en las últimas temporadas, el Barcelona avanza firme y fuerte en este tramo final de temporada.

Muchas voces hablan de suerte al referirse a la condición física de una plantilla. Porcentaje ínfimo le pertenece en realidad a tan manido abstracto concepto. El estado físico de unos futbolistas se trabaja, se estudia y se evalúa. Con ello, el riesgo de lesiones, siempre presente en el deporte, disminuye. Y puede ser, en muchos casos, la diferencia entre el éxito y el fracaso. Hoy, el Real Madrid vive pendiente de los partes médicos, mientras que en Can Barça sólo de las sonrisas en las caras de sus protagonistas. Veremos quién es el que finalmente ríe a finales de mayo.