Opinión| Daniel Mata.- Cuando Alves habla prende la mecha. A las puertas de un segundo y ansiado triplete, el barcelonismo se encuentra eufórico. Athletic y Juventus son las dos últimas estaciones hacia la gloria. Mientras tanto el brasileño, «con un pie, la cabeza y más de medio cuerpo» fuera de Barcelona, sigue empeñado en hacer de la sala de prensa su hábitat y ring particular, donde despotricar y descabezar todo lo que se le ponga delante.
Algo loable por parte de quien escribe, contrario a la retahíla de tópicos que dan los futbolistas delante de un micrófono y partidario de decir las cosas como son, sin medias tintas de por medio.
Está claro que Alves en eso es el alumno avanzado de la clase. Y que cuando habla levanta odio y ampollas a partes iguales. Puede que tenga razón, y que el Barça solo quería conservar el juguete cuando la FIFA no le dejó comprar otro en el mercado. Puede que desde Joan Segarra (capitán del Barça de las cinco copas) o Sergi Barjuan no se ha visto en Barcelona un lateral de garantías como Dani Alves. Pero los futbolistas deben hacer balance a final de temporada cuando el pescado esté vendido. Todo lo demás es un run run innecesario en un vestuario que se recompuso en enero y que está inmerso en un tramo decisivo y a 180 minutos del todo.
Alves terminará de sacar ese medio cuerpo y el otro pie de Barcelona, y seguramente pasarán los años hasta que llegue un lateral que dé tantas alegrías al barcelonismo, que lo recordará como parte importante de los éxitos del club. Pero si hicieran una encuesta sobre el rechazo que desprenden los futbolistas de la Liga española o de su poco acierto delante de un micrófono, Alves sin duda sería el gran afortunado. Bendito don de Dani.
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